EL BLOG DE HENRIETTA

 
“Mi querida Henrietta, que estás en los cielos…”


DÍA INTERNACIONAL DE LAS MUJERES

 Henrietta Swan Leavitt, a la derecha, acompañada de Annie Jump Cannon.
Crédito: Harvard College Observatory.

Mi querida Henrietta, que estás en los cielos, seguro que del Hemisferio Sur, entre las estrellas Cefeidas de las Nubes de Magallanes, aquellas que tanto analizaste sin llegar a verlas directamente con telescopios. Te enamoraste de puntos negros en frías placas fotográficas sabiendo que en realidad eran grandes soles. También sabías de sus secretos. Cuando ya habías perdido el oído, te dejaste la vista en ellos para la gloria de algunos hombres.

Espero que la otra vida te trate mejor que la primera, que puedas escuchar la música que tanto amabas, que no te devore ninguna enfermedad, que admiren con reconocimiento tu trabajo y que no te eclipsen las otras estrellas, sean del género que sean.

También espero que te acompañe tu gran amiga, Annie Jump Cannon, a quien tanto entristeció tu muerte así como la injusticia que te rodeó en vida. Con esta carta te envío un recuerdo, una foto antigua, hallada recientemente, en la que posáis las dos juntas para la eternidad.

Te escribo esta carta porque hoy es el Día Internacional de las Mujeres aquí en la Tierra y porque hace 100 años se publicaron unos resultados que nos permitieron dimensionar el Universo en que vivimos. Aquel artículo que no pudiste firmar porque otro, tu jefe, lo hizo en tu lugar, aunque, eso sí, te mencionaba entre líneas.

Me inspiraste una obra de teatro, luego un blog y ahora esta carta. Siempre estaré en deuda contigo, y por eso te escribo, para que sepas que, aquí en la Tierra, poco a poco se te va descubriendo y yo seguiré honrando tu memoria. Puede que, incluso, escriba a la Fundación Nobel para que te otorguen el premio que hace un siglo te ofrecieron, y que no recibiste por estar ya muerta. Quizá, ahora, que también se dan a título póstumo, tengas más suerte.



POR UN INSTANTE

Por Natalia Ruiz, alias HENRIETTA LEAVITT 

 Natalia Ruiz, luchando contra su propia esencia pra encarnarse en Henrietta Swan Leavitt.
Foto: Pablo López.

Muchas han sido las veces en las que tuve que luchar contra mi propia esencia, intentando alumbrar zonas que debían permanecer oscuras, intentando entender la ausencia de una revuelta interior… Por supuesto, me refiero al personaje que Carmen del Puerto veía en Henrietta Leavitt. Ignoramos si la propia investigadora asumía su situación y su entorno como algo normal, dada la época histórica que le tocó vivir. Al parecer así era. Como dice el epílogo de la obra, en la revista Popular Astronomy, Solon Bailey escribió sobre ella: “Miss Leavitt heredó, suavizadas, las severas virtudes de sus antepasados puritanos. Se tomó la vida seriamente y era firme su sentido del deber, la justicia y la lealtad. Era una persona muy unida a su círculo familiar, muy generosa y atenta con sus amigos, incondicionalmente leal a sus principios, y profundamente sincera en su apego a su religión y a su iglesia. Tenía la gran virtud de saber apreciar lo más valioso y digno de elogio que había en los demás, y tenía un temperamento tan optimista que, para ella, todo en la vida era hermoso y lleno de significado.”

Para Natalia Ruiz Zelmanovitch hubiese sido muy fácil hacer un personaje lleno de carácter, iracundo, fuerte, alguien que se rebelara ante la injusticia de apropiarse de sus descubrimientos y hacer que permaneciera en la sombra. Por supuesto, nosotros tenemos información privilegiada: sabemos que se propuso su nombre para ser candidata al nobel de Física de 1926… cuando llevaba cuatro años enterrada en el cementerio de Cambridge. Solo saber eso condiciona desde el principio. Siente una algo removerse por dentro. También saber que grandes descubrimientos de la astrofísica de la época se hicieron gracias a su trabajo resulta incómodo y hermoso a la vez.

Pero fue muy difícil trabajar este personaje, esta mujer que no se enfadaba, que no levantaba la voz, que no hacía aspavientos, tranquila, humilde, discreta… Tras mucho cavilar, ahora sé cómo pude meterme en su piel. Ahora sé cómo logré callar mis demonios. Lo hice gracias a Débora Ávila Escobar, que representaba el papel de la amiga de Henrietta, Annie Jump Canon.

Annie era vigorosa, fuerte, rebelde en su contención y gran personaje femenino de su época. Ella fue, sobre el escenario, el alter ego de Henrietta. Ella sacaba, como una espita, toda la presión acumulada en mis entrañas. Ella me daba la paz que necesitaba para no estallar, maldiciendo la mala suerte de Henrietta, que tuvo una salud horrorosa desde su juventud y que, para colmo, padeció un cáncer que se la fue llevando poco a poco.

Si no hubiese sido por ese equilibrio, por esa especie de ying y yang que componíamos en escena, no hubiera sido posible darle vida a Henrietta de la forma en que lo hicimos. 

Recuerdo cómo, al llegar a  los ensayos, Javier Martos, Débora y yo calentábamos antes de empezar. Débora dirigía los ejercicios. Sé que, aparentemente, la sensación era de distensión. Pero yo sentía en el fondo del alma una tremenda inquietud. Porque me veía incapaz de entrar en el mundo de Henrietta y no me atrevía a decírselo a mis compañeros. “Aquí y ahora”, decía uno de mis profesores de interpretación. Aquí y ahora. Y yo pensaba en aquella mujer enferma, de una inteligencia sorprendente, con una vida también sorprendente y una labor minuciosa y detallista…

Cuán lejos de ella quedaban aquellas Nubes de Magallanes que nunca llegó a ver con sus propios ojos, pero que tantas y tantas veces analizó en sus placas fotográficas… Esa era su magia: la capacidad de ver más allá de un cristal manchado.

Ahí fue cuando lo comprendí todo. Cuando el personaje de Javier Martos, el periodista E. Murrow, anacrónico y misterioso, le habla de la hermosa noche estrellada… y Natalia, fijando sus ojos en el infinito, se deja atrapar por las maravillas del cosmos y consigue sentir por un instante lo mismo que Henrietta.
 




En 2012, celebramos los 100 años de la publicación del famoso artículo de Henrietta Leavitt sobre las Cefeidas, en el que nos proporcionó la "regla" de medir grandes distancias en el Universo.



Henrietta Leavitt en su despacho.
Fuente: American Institute of Physics, Emilio Segrè Visual Archives.

Henrietta Leavitt (Natalia Ruiz) escribiendo su diario íntimo.
Foto: Antonio del Rosario (MCC/OAMC).


Henrietta Swan Leavitt no dejó escrito ningún diario y, mucho menos, un blog. Pero sí en la ficción teatral que imaginé sobre ella -El honor perdido de Henrietta Leavitt- y, ahora, en el espacio que le cedo en El bazar de la Retórica.

El honor perdido de Henrietta Leavitt es un homenaje al papel de las mujeres en la Astronomía, cuya labor no siempre obtuvo el merecido reconocimiento debido a los prejuicios sociales que en el pasado limitaban la percepción y valoración de lo femenino a la esfera puramente doméstica. Un homenaje extensible a muchas otras mujeres, ya sea en los campos de la ciencia o del arte. A todas ellas, gracias por sostener la mitad del cielo.


DESCUBRIENDO A MISS LEAVITT

 Portada de la edición original en inglés de Miss Leavitt’s Stars, de George Johnson, 
así como su edición en español, una biografía de Henrietta que fue una fuente básica para construir la obra de teatro El honor perdido de Henrietta Leavitt.

Henrietta Swan Leavitt se presentó varias veces en las clases de “Comunicación de Resultados Científicos y Didáctica de la Astronomía” que imparto en el Máster Oficial en Astrofísica de la Universidad de La Laguna. Se reencarnaba en mis alumnas, que la elegían para una práctica habitual de teatro en la que grandes personajes de la historia de la Ciencia son entrevistados por periodistas especializados. La astrónoma americana nacida en el siglo XIX me era hasta entonces desconocida. Después, no pude evitar su atracción gravitatoria y me vi escribiendo una obra de teatro en torno a ella.

Construí un relato a partir de la poca documentación que existe sobre Miss Leavitt, como la llamaban, a quien debemos la “regla” de medir grandes distancias en el Universo. Ella y su colega Annie Jump Cannon, otro personaje de la obra, pertenecieron al famoso equipo de mujeres que trabajó en el Observatorio de la Universidad de Harvard bajo las órdenes de Edward Charles Pickering. Ambas fueron brillantes astrónomas que también tuvieron en común sus limitadas capacidades auditivas.

Pero a falta de datos sobre muchas circunstancias que rodearon la vida de Henrietta Leavitt, introduje en la historia algunas licencias: jugué con la ambientación histórica e incorporé elementos de ficción y anacronismos intencionados.


UNA MUJER, UN PROYECTO

Retrato de Henrietta Swan Leavitt,
astrónoma americana nacida en 1868 a quien debemos
la regla de medir grandes distancias en el Universo.
Crédito: AAVSO.

De ritual mágico a ceremonia de culto a los dioses en sus orígenes, desde simple actividad contemplativa hasta género literario, el teatro también es un eficaz medio transmisor de ideas y de cultura y una forma de dar a conocer los cambios que se producen en la sociedad, combinando educación y entretenimiento.

Con motivo de la celebración del Año Internacional de la Astronomía 2009 y convencida del gran potencial de las artes escénicas como recurso para la divulgación científica, propuse al entonces presidente del Organismo Autónomo de Museos y Centros (OAMC) del Cabildo de Tenerife, desde mi posición como directora del Museo de la Ciencia y el Cosmos (MCC), la producción de una obra de teatro multimedia basada en la astrónoma americana Henrietta Swan Leavitt.

Tras el apoyo recibido por el OAMC, el proyecto se presentó, en colaboración con el Planetario de Pamplona, a la convocatoria de ayudas de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) del Ministerio de Ciencia e Innovación. Con la financiación obtenida, se hicieron seis representaciones en el Museo entre noviembre y diciembre de 2009 y dos en el Palacio de Congresos y Auditorio de Navarra “Baluarte” en marzo de 2010, coincidiendo con la quinta edición del Congreso de Comunicación Social de la Ciencia “Una nueva Cultura”, organizado por el Planetario de Pamplona.

Carteles anunciando las funciones de la obra El honor perdido de Henrietta Leavitt 
en Tenerife y en Pamplona.
Diseño: Miriam Cruz (MCC/OAMC).


ARGUMENTO PARA UNA VIDA

 
Escena de la obra El honor perdido de Henrietta Leavitt.
Foto: Antonio del Rosario (MCC/OAMC).

Suena la música de Shirley Bassey. La astrónoma Henrietta Swan Leavitt está escribiendo un diario cuando recibe la visita de un célebre periodista de la CBS, Edward Roscoe Murrow. El interés de esta cadena de televisión americana por rendirle un homenaje sorprende a Henrietta que, sin embargo, acepta someterse a la entrevista. Su amiga y colega del Observatorio de la Universidad de Harvard Annie Jump Cannon la acompaña en la mayor parte de las sesiones. Todo transcurre con naturalidad hasta que el periodista intenta obtener información sobre algunas cuestiones que Henrietta parece querer ocultar, como la relación que mantuvo con el director del Observatorio, Edward Charles Pickering, y el motivo por el que no logró en su momento el reconocimiento que se merecía.


LOS ACTORES

 Débora Ávila, Natalia Ruiz y Javier Martos,
los magníficos actores de El honor perdido de Henrietta Leavitt.
Foto: Pablo López.

Antes de que tomara forma El honor perdido de Henrietta Leavitt, yo ya había elegido a la actriz que encarnaría a Henrietta Leavitt. Así que, de alguna manera, escribí pensando en ella y el personaje principal se ajustó a su perfil. Posteriormente, en los ensayos, entre las dos buscamos un mayor acercamiento a la persona real que debía interpretar, una mujer muy inteligente, pero sencilla y tímida a quien le entusiasmaba su trabajo. La actriz debía saber transmitir ese entusiasmo. Henrietta era, quiero pensar, “el papel”, de la actriz y divulgadora científica Natalia Ruiz, mi colega y amiga.

El contrapunto en la historia lo debía dar otra mujer. Consideré imprescindible que fuera la también astrónoma brillante Annie Jump Cannon, por su gran amistad con Henrietta y porque ella sí dejó escrito un diario gracias al cual sabemos algunos detalles de la vida de Miss Leavitt. Natalia me habló de Débora Ávila para ese papel. Confié plenamente en su criterio y no me equivocaría. Débora, incluso, fue mi Ayudante de Dirección. El dramatismo y la emoción contenida con que interpretaba la última escena, donde por fin se justifica el título de la obra, eran insuperables.

Cuando rechazaba poner cara a Edward Pickering, porque le tocaba ser el malvado de la película, se me ocurrió introducir un anacronismo histórico: traer a ese espacio-tiempo sin definir donde ubiqué a Henrietta y a Annie, a un personaje no contemporáneo de las astrónomas, posterior en el tiempo. Y así surgió el recuerdo del periodista Edward Roscoe Murrow, quien se enfrentó al senador McCarthy en la Caza de Brujas y del que se hizo una excelente película protagonizada por David Strathairn y George Clooney.

De nuevo, Natalia resolvió la cuestión del casting y me propuso a Javier Martos, del que previamente visionamos un corto. De inmediato le vi como Murrow, un papel que, si bien era el menos lucido en la mayor parte de las escenas, sorprendería al término de la obra. A Javier le estaba reservado el efectista epílogo en los estudios de la CBS, donde con vehemencia apelaría a nuestras conciencias. Sencillamente, estuvo soberbio.


Natalia Ruiz Zelmanovitch

 Natalia Ruiz, maquillándose antes de convertirse en Henrietta Swan Leavitt.
Foto: Pablo López.

Natalia Ruiz Zelmanovitch ha cursado estudios de teatro en la Escuela de Actores de Canarias y ha participado en varios largos y cortometrajes rodados en Tenerife ("El número", del director Rishi Daswani; "Amanece", del Jairo López; "En los arrozales", de Josep Vilageliú). Actualmente colabora con el programa de radio "Galaxias y Centellas", que se emite en Canarias Radio La Autonómica, y es miembro de la red de divulgación de la ESO (Observatorio Europeo Austral) en España. Durante los últimos ocho años ha trabajado como periodista en el campo de la divulgación científica, tanto en el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) como en el Centro de Astrobiología (INTA-CSIC), en el cual desarrolla actualmente su trabajo en torno al grupo Consolider-GTC (Gran Telescopio Canarias).

Débora Ávila Escobar

Débora Ávila (Annie Jump Cannon), en la sesión de maquillaje previa a la representación.
Foto: Pablo López.

Débora Ávila Escobar es licenciada en Arte Drámatico en la especialidad de Interpretación Textual por la Escuela de Actores de Canarias. Comienza sus inquietudes escénicas en el 2003 en las Escuelas de Teatro de Tenerife. Miembro fundador de “Teatroynotesuelto”, participa con esta asociación en el montaje de “Usted tiene ojos de mujer fatal” (2005) y “30 minutos con la muerte”, con la que obtienen el Tercer Premio en el Festival de Teatro Amateur Villa de El Sauzal (2007). Ha colaborado con el artista japonés Tatsumi Orimoto en su propuesta “Breadman” (2008), en la inauguración de Tenerife Espacio de las Artes (TEA). Ha participado en diversos Festivales de Teatro, como el de Avignon en 2009, con “La Odisea para una taza de té”, de Jean Michel Ribes, o en el de Teatro Clásico de Olite en 2010, con la representación de “El príncipe travestido”, de Marivaux. Actualmente forma parte del grupo “Teatro Subversum”, residente en Múnich, cuyo repertorio se centra en la puesta en escena de obras contemporáneas de dramaturgos hispanohablantes.


Javier Martos Martínez

 Javier Martos, ajustándose la corbata antes de su actuación como Edward Roscoe Murrow.
Foto: Pablo López.

Javier Martos Martínez ha realizado, desde 1998, cursos anuales de teatro, impartidos por la Escuela Insular de Teatro de Tenerife, así como un curso de teatro físico: Mimo-Danza de La Escuela de Actores de Canarias. En 2009 actuó en la zarzuela "Agua, azucarillo y aguardiente". Ha intervenido en los rodajes de los cortos "Un día cualquiera", del director Rishi Daswani; "Brain Storm", de Rishi Daswani y Vasni Ramos; "Algo que aprender", de María Eugenia Arteaga; "Ona", de Pau Camarasa; y "Ante tus ojos", de Aarón Melián. También ha intervenido en el rodaje del largometraje "Oscar, Una Pasión Surrealista", del director Lucas Fernández; en tres capítulos de la serie "Phenomena", de Aarón Melián; y en un capítulo de la serie de TVE "Plan América".


EL HARÉN DE PICKERING

 Las Computadoras de Harvard.
Fuente: Harvard College Observatory, courtesy AIP Emilio Segre Visual Archives.
  
Las astrónomas de Harvard fueron conocidas satíricamente como “el Harén de Pickering”, dado que todas ellas trabajaban bajo las órdenes de Edward Charles Pickering, director del Observatorio. En esta fotografía de grupo, Miss Leavitt es la sexta por la izquierda, y Miss Cannon, la décima. 

Annie Cannon (Débora Ávila) identificando en una foto a las computadoras de Harvard.
Foto: Antonio del Rosario (MCC/OAMC).

HENRIETTA: ¡Hola, Annie! ¿Te acuerdas de cuando nos tomamos esta foto? (Se refiere a una conocida foto de las mujeres que trabajaban en el Observatorio de Harvard y que debería aparecer en pantalla.)
ANNIE: (Mirando a la pantalla.) Sí, claro. ¡Las damas de Pickering! Recuerdo todos sus nombres. (Identificándolas.) La primera por la izquierda es Ida, luego Evelyn, Florence…
HENRIETTA: Grace…
ANNIE: Mary, tú…
HENRIETTA: Mollie…
ANNIE: Mabel, Alta
HENRIETTA: tú…
ANNIE: Dorothy y…
HENRIETTA: Arville Walker.
ANNIE: Además de Hinkely y el gran sultán, ¡Edward Pickering!
HENRIETTA: Creo que se tomó en 1918. Yo ya tenía el pelo completamente blanco.


ENCUENTRA LAS DIFERENCIAS

 Las llamadas “computadoras” del Observatorio de la Universidad de Harvard eran mujeres astrónomas contratadas expresamente para confeccionar un catálogo de estrellas. En la imagen superior, Henrietta Leavitt es la tercera por la izquierda, y su colega Annie Jump Cannon, la primera por la derecha. En la imagen inferior, aparece a la izquierda Edward Pickering.
Crédito: Harvard College Observatory.

ANNIE: (Se mueve por el lado izquierdo del escenario. Mientras, a la derecha: Henrietta se sienta en un escalón inferior, a nivel del público. Murrow seguirá sobre el estrado.) Un historia fascinante la de Mina. Era maestra y se había trasladado con su marido a Estados Unidos. Estando embarazada, él la abandonó. Tuvo que buscarse la vida para sacar adelante a su hijo. Entonces empezó a trabajar como empleada de hogar en la casa de Pickering. No tenía conocimientos de física ni de matemáticas, pero era muy inteligente. Nuestro jefe, que estaba descontento con su ayudante masculino, declaró que su criada podría desempeñar mejor su trabajo. Y así fue cómo Pickering le ofreció a Mina un empleo temporal en el Observatorio para hacer tareas rutinarias y algunos cálculos matemáticos. Dada su eficiencia, pronto pasó a ser miembro permanente del personal de investigación y estuvo a cargo de decenas de mujeres a las que dirigía con férrea disciplina. (Pausa.) Mire esta foto, Mr. Murrow. (En pantalla, debería aparecer otra imagen real de las mujeres astrónomas de Harvard de la época, que fue publicada en la revista mensual New England Magazine en 1892. Annie va identificando a las personas que aparecen en la fotografía y Mr. Murrow mira a la pantalla.) Henrietta, muy jovencita y muy morena, es la tercera por la izquierda, Mina es la que está en el centro, de pie, controlando, y yo soy la última de la derecha. Éramos tan cándidas... Una imagen muy victoriana, ¿no cree? Parece que nos dedicáramos al bordado de flores sobre bastidores más que a analizar placas fotográficas de estrellas. (Pausa.) Pero, ¡atención! (Annie, con un álbum de fotos en la mano, se acerca a Mr. Murrow, que se inclina para verlo. Aparecería una nueva foto en pantalla, muy similar a la anterior, la misma que Mr. Murrow está viendo en el álbum.) Mire esta otra, casi idéntica, tomada con segundos de diferencia. ¿Ve que aquí hay alguien más? (Con cierta malicia.) Detrás de Henrietta está supervisándonos Edward Pickering, nuestro mentor.

EDWARD: Yo he visto esta foto recientemente, Miss Cannon. La revista Nature ilustraba con ella un artículo sobre ustedes que, de alguna manera, intentaba hacerles justicia.


LA ASTRÓNOMA INVISIBLE

Las galaxias más distantes en la imagen del Hubble Ultra Deep Field
obtenida por el Telescopio Espacial Hubble.
Crédito: NASA,ESA Windhorst (Arizona State University) and H. Yan (Spitzer Science Center, Caltech).

POR IVÁN JIMÉNEZ
Henrietta Swan Leavitt, nacida en Massachusetts (Estados Unidos) en 1868, trabajó en el Observatorio de la Universidad de Harvard bajo la dirección de Edward Pickering, destacado astrónomo que acometió el ambicioso proyecto de elaborar un catálogo de estrellas. Para ello era necesario analizar las múltiples placas fotográficas de las que disponía el Observatorio, procedentes en su mayoría de su telescopio situado en la estación de Arequipa (Perú), un rutinario y tedioso trabajo que ningún hombre estaba dispuesto a realizar. Por este motivo se contrataba a mujeres ya que se les pagaba menos y se las consideraba más adecuadas para este tipo de tareas mecánicas.
Henrietta formó parte de un grupo compuesto por unas 80 mujeres, conocidas como “calculadoras” o “computadoras”, a las que también se llamó irónicamente “el Harén de Pickering”. Pero Henrietta no se limitó a hacer un trabajo rutinario, sino que observando las llamadas Cefeidas, estrellas variables cuyo brillo cambia en períodos regulares, descubrió un patrón de comportamiento que le sirvió para establecer una ingeniosa regla de medir grandes distancias en el Universo.
Su descubrimiento fue publicado en un artículo de apenas tres páginas, pero con la firma de Pickering y una pequeña nota donde se mencionaba la contribución de Henrietta. La importancia de este trabajo fue, sin embargo, fundamental en astronomía y en nuestra concepción del Universo. Poco después, Harlow Shapley pudo descubrir que la Vía Láctea era más grande de lo que se pensaba y, posteriormente, Edwin Hubble afirmó que el Universo estaba formado no sólo por nuestra galaxia, sino por muchas otras que además se alejaban.
Ya que la astronomía, en aquel entonces, era un ámbito “sólo de hombres”, no se valoró lo suficiente el trabajo de Henrietta, quien únicamente fue reconocida profesionalmente como “ayudante”. Incluso se le impidió seguir trabajando en la línea de investigación que ella misma había iniciado, pese a su extraordinaria capacidad científica. Hoy, a modo de homenaje, un cráter en la Luna y un asteroide reciben su nombre: Leavitt.

(Publicado en el periódico Astronomía en el Museo. Formas de ver el Universo, del Museo de la Ciencia y el Cosmos.)


Páginas dedicadas a Henrietta en el periódico monográfico Astronomía en el Museo. Formas de ver el Universo, del Museo de la Ciencia y el Cosmos (OAMC, Cabildo de Tenerife) y  financiado por la Agencia Canaria de Investigación, Innovación y Sociedad de la Información del Gobierno de Canarias. En este monográfico se incluyen ejemplos de cómo derribar los muros del lenguaje entre el saber especializado y el público profano, mostrando algunas de las diferentes maneras de comunicar la Ciencia que se ensayaron a los largo del año 2009 con motivo del Año Internacional de la Astronomía.


LA CONVENCIÓN DE SENECA FALLS
 

Lucretia Mott [la segunda sentada a la derecha) 
con un grupo de abolicionistas de Filadelfia, en torno a 1840. 
Crédito: http://www.loc.gov/exhibits/treasures/images/at0097a.8s.jpg
Library of Congress, Manuscript Division, American Treasures Exhibit.


La primera Convención sobre los derechos de la mujer en Estados Unidos se celebró en 1848, en un condado de Nueva York llamado Seneca Falls. Su famosa Declaración marca el origen del movimiento feminista en este país. Documento que reivindica los derechos de la mujer a una mejor educación, a gozar de iguales oportunidades de empleo con igual retribución económica y a votar y a ser elegidas para cargos políticos. En la última sesión, la feminista Lucretia Mott subrayó que la rapidez y el éxito de la causa dependerían del celo y de los esfuerzos, tanto de los hombres como de las mujeres, para derribar el monopolio de los púlpitos… Y para conseguir la participación equitativa de la mujer en los diferentes oficios, profesiones y negocios. El feminismo se consolidó en Estados Unidos gracias a los movimientos protestantes y a las tesis abolicionistas. El fervor religioso obligó a la alfabetización de las mujeres, que debían saber leer para hacer una interpretación personal de la Biblia.  Un compromiso que se extendió a la educación superior, permitiendo su acceso a la Universidad. El abolicionismo contribuyó por su parte a que las mujeres tomaran conciencia de su situación, análoga a la de los esclavos sin derechos. Aunque realmente ellas no consiguieron el derecho al voto hasta 1920, con la decimonovena Enmienda a la Constitución americana. El norte de Estados Unidos, donde nació la astrónoma Henrietta Swan Leavitt, en el siglo XIX, fue siempre protestante y abolicionista. Un contexto favorable para potenciar su intelecto y el de otras mujeres que tuvieron un papel importante en la historia de la Astronomía, no siempre bien reconocido.


LAS CEFEIDAS

 La Pequeña Nube de Magallanes.
Crédito: NASA, ESA and A. Nota (STScI/ESA).

Henrieta Leavitt descubrió la relación período-luminosidad de las estrellas variables Cefeidas estudiando placas fotográficas de la Pequeña Nube de Magallanes, una galaxia enana próxima a la Vía Láctea sólo visible desde el Hemisferio Sur.


LAS NUBES DE MAGALLANES

Las Nubes de Magallanes, con un kokerboom en primer plano, 
vistas desde Namibia en 2004, en el cielo del Hemisferio Sur.
Crédito: Shelios y starryearth.com


HENRIETTA EN SUDÁFRICA

 
Póster que presenté sobre El honor perdido de Henrietta Leavitt  
en el congreso Communicating Astronomy with the Public (CAP2010), 
celebrado en Ciudad del Cabo (Sudáfrica), del 15 al 19 de marzo de 2010.


HENRIETTA EN MADRID

 Póster que presenté sobre El honor perdido de Henrietta Leavitt  
en la IX Reunión Científica de la Sociedad Española de Astronomía, 
celebrada en Madrid, del 13 al 17 de septiembre de 2010.


DEL TEATRO A LA WEB

Divulgación científica en fragmentos de El honor perdido de Henrietta Leavitt

Como proyecto del Museo de la Ciencia y el Cosmos, del Organismo Autónomo de Museos y Centros (OAMC) del Cabildo de Tenerife con financiación de la FECYT, cuatro fragmentos de la obra de teatro El honor perdido de Henrietta Leavitt se encuentran a disposición de los usuarios el canal de vídeo "YouTube" (http://www.youtube.com/user/museosdetenerife) y a través de las páginas de redes sociales del OAMC. Los fragmentos seleccionados corresponden a explicaciones de conceptos científicos astronómicos relacionados con la magnitud, la variabilidad y el brillo de las estrellas, así como con las técnicas para medir grandes distancias en el Universo.


 El honor perdido de Henrietta Leavitt 1/1:

1) El periodista de la CBS Edward Roscoe Murrow está entrevistando a la astrónoma americana Henrietta Swan Leavitt sobre su trabajo en Harvard (Extraído de la ESCENA CUARTA: Acceso a la Universidad, de “El honor perdido de Henrietta Leavitt”)

EDWARD: ¿Y cuál fue el primer trabajo que hizo en el Observatorio de Harvard?
HENRIETTA: Me asignaron la tarea de registrar la magnitud de las estrellas en las placas fotográficas. (Le entrega a Mr. Murrow la placa que ella tiene en las manos.)
EDWARD: Miss Leavitt, ¿nos podría definir “magnitud”? (Mirando la placa y preparándose para tomar nota.)
HENRIETTA: (Ella se levanta y empieza a dirigirse hacia la parte trasera mientras habla.) En Astronomía, usamos el término "magnitud" para describir el brillo de una estrella. Para los griegos, las estrellas más brillantes eran de magnitud 1, valor que aumentaba a medida que disminuía el brillo de la estrella hasta la magnitud 6, donde se encuentra el límite del ojo humano. Estrellas  por encima de ese valor, es decir, con un menor brillo, ya no podemos verlas sin ayuda de prismáticos o de telescopios.
EDWARD: Y usted analizaba placas fotográficas…
HENRIETTA: (Mr. Murrow permanece sentado. Ella ha llegado de nuevo a su altura, pero tras el estrado. Allí cogerá una placa durante la explicación, que hará con entusiasmo. Mr. Murrow se levantará y se acercará a ella por el lado de la izquierda.) Sí. La invención de la fotografía había revolucionado el mundo de las observaciones astronómicas, multiplicando las imágenes que se obtenían del cielo. Las placas fotográficas eran enormes negativos en vidrio de 30 x 40 centímetros (muestra una placa), con imágenes de estrellas en negro sobre un fondo blanco grisáceo. (Simula estar analizando la placa con un ocular.) Utilizando un ocular, yo comparaba la medida de las estrellas con la de aquéllas cuya magnitud se conocía. (Ofrece el ocular a Mr. Murrow, que se inclinará sobre la placa). En el Observatorio también estudiábamos las estrellas variables comparando placas de la misma estrella tomadas en diferentes intervalos de tiempo. Otras compañeras estudiaban el color, deduciendo del mismo la composición química y la temperatura de las estrellas.


 El honor perdido de Henrietta Leavitt 1/2:

2) La astrónoma americana Henrietta Swan Leavitt explica el método de la paralaje para medir distancias a estrellas cercanas (Extraído de la ESCENA DÉCIMA: Midiendo la distancia, de “El honor perdido de Henrietta Leavitt”)

HENRIETTA: (Abstraída.) ¿Sabe a qué distancia se encuentran todos esos puntos luminosos?
EDWARD: Miss Leavitt, mis conocimientos en Astronomía y en Ciencia son muy limitados. Y no me siento orgulloso por ello. Creo que todo el mundo debería tener más formación científica para poder entender la naturaleza y el mundo que nos rodea.
HENRIETTA: (Sigue abstraída, hablando sola, introspectiva.) No están todas las estrellas en el mismo plano, aunque las hayamos parcelado en constelaciones.
EDWARD: Miss Leavitt, ¿cómo podemos saber a qué distancia se encuentran las estrellas? ¿Y qué es el método de la paralaje?
HENRIETTA: (Como volviendo en sí tras la pregunta. Camina por el estrado hasta el centro y se sienta sobre él, seguida por Mr. Murrow, quien hace lo mismo.) Hace ya 2000 años, los griegos estimaron la distancia media a la que se encontraba la Luna. Observando el paso de nuestro satélite durante un eclipse de Sol, intuyeron que la Luna debía estar más cerca de la Tierra que nuestra estrella. Aristarco de Samos hizo la medida de esa distancia durante un eclipse lunar de larga duración. (Pausa.) Después se adoptó el método de la paralaje. Verá. (Baja al escenario para la explicación.) El cerebro humano estima distancias por triangulación. Cuando observamos un objeto, cada ojo lo ve desde una perspectiva ligeramente distinta debido a que nuestros ojos están separados varios centímetros entre sí. (Dirigiéndose a Mr. Murrow.) Mr. Murrow, haga una prueba conmigo. Si levantamos un dedo y abrimos y cerramos alternativamente los ojos (ambos hacen estos movimientos gráficamente), la posición aparente del dedo cambia, pero el dedo no se mueve. Conociendo ya la distancia que separa nuestros ojos, podemos saber la longitud del brazo midiendo el ángulo que hay entre nuestro ojo izquierdo, el dedo que hemos tomado como referencia y nuestro ojo derecho. Eso es la paralaje, palabra griega que significa «cambios» y que en Astronomía utilizamos para describir el movimiento aparente de una estrella en el cielo provocado por un cambio en la posición del observador. (Se sientan de nuevo sobre el estrado.)
EDWARD: Miss Leavitt, ¿y ese método se puede aplicar a las estrellas y a las galaxias?
HENRIETTA: Es aplicable solamente a estrellas relativamente próximas. Para estrellas más lejanas, los ángulos de paralaje se van haciendo cada vez más pequeños e imperceptibles.
ANNIE: (Aparece por sorpresa desde detrás del estrado. También luce otra vestimenta.) Para objetos muy lejanos, los astrónomos tuvieron que recurrir al método basado en las Cefeidas que Henrietta propuso. ¡Fue un gran descubrimiento!
HENRIETTA: Buenas noches,  Annie. Te estábamos esperando.  ¡Y no exageres!
EDWARD: Buenas noches, Miss Cannon.
ANNIE: (A Edward.) Buenas noches, Mr. Murrow. Y le aseguro que no exagero, Mr. Murrow, cuando digo que Henrietta resolvió un problema que bloqueaba el avance en Astronomía. (Con elogio.) Ella encontró la forma de medir grandes distancias y establecer así los límites del Universo. 


 El honor perdido de Henrietta Leavitt 1/3:

3) La astrónoma americana Henrietta Swan Leavitt y a Annie Jump Cannon explican por qué cambian de brillo las estrellas (Extraído de la ESCENA UNDÉCIMA: Las Nubes de Magallanes, de “El honor perdido de Henrietta Leavitt”)

EDWARD: Miss Leavitt, ilústrenos un poco más sobre las “Cefeidas”.
HENRIETTA: Habría que empezar, Mr. Murrow, explicando que en el Universo hay estrellas variables, es decir, estrellas que cambian de brillo. (Adoptando un tono didáctico.) Por un lado están las novas… (inciso) en mis tiempos aún no hablábamos de supernovas (volviendo a la explicación) estrellas débiles que súbitamente, en pocos días, aumentan su brillo en cientos de miles de veces para después volver a debilitarse. Otras, en cambio, se encienden y se apagan de un modo más regular. (Enciende y apaga la lámpara.) Es el caso de Algol, en la constelación de Perseo. (Deja la lámpara encendida. Vuelve a la parte frontal del escenario, por la derecha.) Esta estrella variable fue estudiada por Edward Pigott y su amigo John Goodricke, un joven que había asistido a la primera escuela británica para niños sordos. Gracias a la agudeza visual que había desarrollado para compensar su sordera, Goodricke fue un astrónomo brillante. ¡La sordera parece intrínseca a nuestra profesión! ¿Verdad, Annie?
ANNIE: (En tono burlón y simulando plantarse una trompetilla en la oreja.) ¿Qué dices, Henrietta?
HENRIETTA: ¡Ay, no te burles, Miss Cannon! (Dirigiéndose a Mr. Murrow y volviendo a su posición anterior, junto a la lámpara.) Goodricke era capaz de determinar, a ojo, de una noche a otra, cómo variaba el brillo de una estrella. De sus observaciones dedujo que Algol no estaba sola, sino que se trataba de una estrella binaria, (hace girar una linterna alrededor de la lámpara) es decir, dos estrellas que orbitan una alrededor de la otra eclipsándose periódicamente, un fenómeno muy común en el Universo. (Apaga la linterna, que deja sobre el estrado, y la lámpara. Vuelve junto a Mr. Murrow y Annie.) Pero Goodricke también observó otras estrellas, como Delta Cephei, cuyas variaciones no se debían a eclipses. Eran de un tipo especial que fueron denominadas “Cefeidas” por esa primera estrella observada, Delta Cephei.
ANNIE: Claro que ni Pigott ni Goodricke supieron entonces por qué variaban estas estrellas de esa manera. Y es que, a diferencia de la mayoría de las estrellas masivas, las Cefeidas no permanecen en un estado de equilibrio estable.
HENRIETTA: Por efecto de la gravedad, las estrellas tienden a contraerse sobre sí mismas. Pero, por efecto del calor generado en su interior, tienden a expandirse. Por eso hablamos de un estado de equilibrio estable. En las Cefeidas, en cambio, se rompe ese equilibrio: la fase de contracción comprime la capa exterior de la estrella, volviéndola más opaca y produciendo una disminución en su luminosidad cada cierto tiempo.
ANNIE: Sin embargo, apreciar cómo variaban estas estrellas fue muy subjetivo hasta que se inventó la fotografía y se hizo Astronomía con ella. Henrietta tuvo una habilidad especial para identificar Cefeidas, como llegó a destacar una columna del Washington Post.


 El honor perdido de Henrietta Leavitt 1/4:

4) La astrónoma americana Henrietta Swan Leavitt y su colega Annie Jump Cannon explican cómo establecer la escala de distancias en el Universo a partir de las Cefeidas (Extraído de la ESCENA DUODÉCIMA: La escala del Universo, de “El honor perdido de Henrietta Leavitt”)

HENRIETTA: El brillo de una estrella está directamente relacionado con la distancia a la que se encuentra. Por ejemplo, si una estrella se encuentra al doble de distancia que otra, se verá cuatro veces más tenue; si está tres veces, nueve veces más tenue; y así sucesivamente, pues una ley de la Física establece que el brillo disminuye con el cuadrado de la distancia. Pero si observamos dos estrellas brillando en la oscuridad, es muy difícil saber cuál está más cerca y cuál está más lejos. La más tenue podría ser la más luminosa, pero parecer menos brillante por encontrarse a mayor distancia. (Pausa.) Yo comparé las magnitudes y los períodos con que variaban distintas estrellas Cefeidas en las Nubes de Magallanes y observé que existía una relación proporcional entre el brillo de la estrella y el período de la misma: las más luminosas tenían los períodos más largos. Así pude establecer una escala de distancias relativas.
ANNIE: Por eso, Henrietta llamó a las Cefeidas “candelas tipo”, porque eran estrellas de referencia. (Annie se levanta, habla a Mr. Murrow. Henrietta se sienta en la silla de la derecha.) El problema es que esta escala sólo proporciona eso, distancias “relativas”. Es decir, que tal estrella está x veces más lejos que tal otra. Para obtener distancias reales había que calibrar esa relación y bastaba con medir por triangulación la distancia a una Cefeida cercana. De esa distancia se podrían deducir las demás. (Dirigiéndose a Henrietta, que baja la cabeza.) Nunca comprendí por qué Pickering y tú no calibrasteis esas estrellas, dejando que el logro se lo apuntara Hertzsprung, justo tras conocer tu trabajo durante su visita a Harvard.


AGRADECIMIENTOS


 Libreto y DVD de la obra de teatro multimedia El honor perdido de Henrietta Leavitt.

En primer lugar, mi agradecimiento al Museo de la Ciencia y el Cosmos, al Organismo Autónomo de Museos y Centros del Cabildo de Tenerife, al Planetario de Pamploa y a la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología del Ministerio de Ciencia e Innovación por haber hecho posible este proyecto.

Si bien no era la primera vez que el Museo de la Ciencia y el Cosmos se embarcaba en experiencias teatrales con fines pedagógicos y lúdicos, en esta ocasión lo hizo controlando todo el proceso de creación con los recursos y las capacidades propias del Museo y con la estrecha colaboración de los actores: Natalia Ruiz, Débora Ávila y Javier Martos, que tantas aportaciones y mejoras hicieron a mi texto original –prolijo en exceso- y a la puesta en escena. 

Siempre estaré en deuda con ellos y con los demás amigos que accedieron al libreto, como María José Alemán, Elena Ferrero, Itziar Anguita, Iván Jiménez y Rubén Naveros, o que participaron con entusiasmo en el proyecto. M

Mi agradecimiento también al director del Planetario de Pamplona, Javier Armentia, y especialmente a su colaboradora Nieves Gordón, por su confianza.

Dado que fue concebida como obra de teatro multimedia, cualquier posible representación que pueda hacerse de El honor perdido de Henrietta Leavitt deberá cuidar algunos aspectos técnicos que tributan valor dramático y estético al resultado final. Es el caso de la escenografía, el vestuario y el atrezzo, que en el proyecto del Museo de la Ciencia y el Cosmos respondieron al buen criterio artístico de Diego Giuliano y Miriam Cruz y a la buena predisposición de María José Alemán y Eva Untiedt. 

Es el caso también del audiovisual, cuyas imágenes acompañan con elegancia y de forma sincronizada a los actores sin eclipsarlos, como resolvió satisfactoriamente Iván Jiménez, ayudado en los rótulos por Enrique Alemán. Las imágenes proyectadas deberán proporcionar referencias que ilustren los diálogos, localizaciones de lugares en mapas, refuerzos del intimismo de algunas escenas y simulaciones de conceptos científicos que, unido a bellas imágenes astronómicas, faciliten la divulgación. Objetivo este último que en el proyecto del Museo se logró gracias al asesoramiento científico de Antonia María Varela y a las animaciones de Gabriel Pérez, ambos compañeros del Instituto de Astrofísica de Canarias.

Por último, es imprescindible cuidar iluminación y sonido, que en el Museo fueron muy bien escalados por Pedro Bento, y en especial la música. Antonio del Rosario hizo una magnífica contribución componiendo expresamente para la obra la partitura “El Observatorio de los Delantales”, además de los arreglos de los temas de la cantante británica Shirley Bassey. Inolvidables canciones que propuse de transición entre escena y escena, trece en total, distribuidas en tres actos y cerradas con un epílogo.


 ¡Y gracias, Shirley Bassey!

 CDs de Shirley Bassey que inspiraron la "banda sonora" de
El honor perdido de Henrietta Leavitt.
  
Diamonds Are Forever, por Shirley Bassey:
http://www.youtube.com/watch?v=XW6ZUfbqZtU 




BANDA SONORA

Extractos de las siguientes canciones cantadas por SHIRLEY BASSEY (Disky Communications Europe B.V.):

“Diamonds are forever” http://www.youtube.com/watch?v=XW6ZUfbqZtU
“Don´t rain on my Parade” http://www.youtube.com/watch?v=Qm61KsbBQn4
“Feel like making love” https://www.youtube.com/watch?v=BEIVafDDRnk
“Just one of those things” http://www.youtube.com/watch?v=PJv1f86qrgs
“I don’t know to love him” http://www.youtube.com/watch?v=uV4vphKiY90
“The fool on the hill” http://www.youtube.com/watch?v=Skh-evTwhbE

“Sinfonía del Nuevo Mundo”, de ANTONIN DVORAK. http://www.youtube.com/watch?v=GxvlcKnmgh0

“El Observatorio de los Delantales”, de ANTONIO DEL ROSARIO CEDRÉS,
interpretada por NATALIA RUIZ ZELMANOVITCH.



COMENTARIOS SOBRE LA OBRA


 El Presidente de la IAU aplaude la obra 
El honor perdido de Henrietta Leavitt

Prof. Robert Williams, presidente de la Unión Astronómica Internacional.
Crédito: NASA, ESA, and J. Bedke (STScI)
   
El presidente de la Unión Astronómica Internacional (IAU), el Profesor Robert Williams, quien asistió al estreno de la obra El honor perdido de Henrietta Leavitt el 21 de noviembre de 2009 (¡y habla español!), nos felicitó expresamente por carta destacando que la obra recreaba acertadamente el contexto histórico, científico y social en el que astrónomas como Henrietta Leavitt tuvieron que desarrollar su labor en los Estados Unidos. “Creo –señaló- que con esta representación multimedia se hace un merecido homenaje al papel de las mujeres en la astronomía y una buena divulgación científica incluso con ciertas escenas de humor”. 


 Otros comentarios

La obra El honor perdido de Henrietta Leavitt podría contribuir a fomentar vocaciones científicas entre los jóvenes, y en especial de la mujer, apoyando la Ley de Igualdad, como puso de manifiesto el Presidente y Secretario General de la Sociedad Canaria “Isaac Newton” de Profesores de Matemáticas, el profesor Luis Balbuena, quien envió un correo electrónico a los miembros de la sociedad recomendando la obra para alumnos de Bachillerato. Y en él advertía que no sólo por los contenidos de astronomía, que “está muy bien llevada”, sino también porque “pone de manifiesto, sin acritud, cuál ha sido el papel y la situación de la mujer en la historia incluso reciente de la astronomía, pero quizá de todo el mundo científico”. Y añadía: “Te llegas a identificar con la protagonista”,  “muy recomendable”, “documentada admirablemente”.

La doctora en Astrofísica Mercedes Prieto, profesora de la Universidad de La Laguna e investigadora del IAC, envió otro correo destacando la originalidad de la estructura y la mezcla de escena y vídeo. Literalmente nos decía: “Cargarse el orden de los acontecimientos y así el tiempo me parece genial. La música muy acertada. El guión estupendo. La dirección inmejorable. Los actores muy buenos. Natalia (la actriz) representó su papel con mucha maestría… Qué bien habéis reflejado la humildad y esa alegría y pasión por la astronomía de Henrietta por encima de las pasiones humanas, el ansia de poder y la envidia. Ella era feliz a pesar de todo. Lo más importante para ella, hacer astronomía, lo tenía.”

Otro testimonio es el del catedrático de Astrofísica y decano de la facultad de Física de la Universidad de La Laguna Teodoro Roca Cortés, quien nos escribió: “Me pareció fabuloso el espectáculo. Emocionante, intenso, entretenido, con sus dosis de reivindicación, una gran lección de Astronomía… Haré una buena propaganda a ver si conseguimos que algunos alumno/as lo vean también.”

Varias instituciones han mostrado su interés por El honor perdido de Henrietta Leavitt, entre ellas la Sociedad Española de Astronomía.
  
UN POEMA SE UNE AL HOMENAJE

Henrietta

El tiempo no ha borrado,
la huella que has dejado,
pusiste tu inteligencia,
al servicio de la Ciencia.

Algún siglo después,
el rescate de tu Esencia,
lo ha hecho Carmen del Puerto,
con mucho tino y acierto.

Ver representada tu vida,
me ha llenado de congoja,
y me cayó sin querer,
alguna lágrima floja.

Cuando miramos al cielo,
en las noches estrelladas,
vemos el parpadeo,
de tus pestañas aladas.

Conseguiste conquistar,
aunque tú no lo supieras,
un feudo solo de hombres,
y debería llevar,
alguna estrella tu nombre.

Esta pobre poesía,
quiere unirse al homenaje,
que con mucha admiración,
grandes mujeres te hacen.

Que se puede mejorar,
es cierto y es posible,
pero no te pueden dejar,
estas letras impasible.

NOTA: Gracias cuñada por recordarnos que:
“si queremos…podemos”.

Autora del poema: mi cuñada ISABEL FERNÁNDEZ


TOMAS FALSAS

 Escena de la obra en la que el periodista Edward Murrow entrevista a Miss Leavitt 
y empieza preguntándole por sus orígenes
Foto: Antonio del Rosario (MCC/OAMC).

El primer borrador del libreto se traducía en tres horas de función hasta que los actores, con muy bien criterio, me “sugirieron” que suprimiera algunas páginas. Y tuve que prescindir del Séptimo de Caballería… La escena original era como sigue:


EDWARD: Corríjame si me equivoco, Miss Leavitt. Usted nació en 1868…
HENRIETTA: (Se levanta y se pasea) Efectivamente. ¡Un 4 de julio!, el famoso Día de la Independencia
de los Estados Unidos, el día que honra todos los años, desde 1776, el nacimiento de la nación.
(Pensativa y luego bajando el tono de voz con cierto halo de tristeza). Nací cuando la Guerra de Secesión, que enfrentó a abolicionistas y esclavistas, a Norte y Sur, ya había concluido. Pero nuestro país, los Estados Unidos de América, aún curaba a sus heridos y lloraba a sus muertos. ¡Qué terribles
y absurdas son las guerras!
EDWARD: Comparto esa frase, Miss Leavitt. ¿Sabe que Estados Unidos tiene ahora un presidente negro? HENRIETTA: Algo había oído. Parece increíble, ¿no?
EDWARD: En su infancia, también viviría de alguna manera, la Conquista del Oeste.
HENRIETTA: ¡Otra guerra épica de Estados Unidos! Yo tendría unos ocho años cuando el General Custer y los soldados del Séptimo de Caballería murieron en Little Big Horn, a manos de indios sioux y cheyenes liderados por Caballo Loco y Toro Sentado.
EDWARD: Un mítico encuentro del que se hizo una famosa película con Errol Flynn y Olivia de Havilland en 1941.
HENRIETTA: Sí, ya sé, Murieron con las botas puestas. En ese encuentro ganaron los indios, aunque fue un éxito efímero para los pocos que sobrevivieron. Total, para ver cómo diezmaban sus bisontes, cómo expropiaban sus tierras y cómo a ellos les confinaban en reservas. ¡Otra cruenta empresa americana!
EDWARD: Sí, pero en esta ocasión con un móvil económico poderoso, Miss Leavitt: (mirando al público de lado) La incorporación al circuito capitalista de cientos de miles de hectáreas de tierras aptas para la agricultura y la ganadería que confiscaron a los indios, al margen de la fiebre del oro. De ahí que para consolidar la ocupación del territorio, se adoptara una política que no tuvo reparos en exterminar físicamente a los aborígenes.
HENRIETTA: (Con cierta indignación, pero sin alzar la voz) ¡Cuánta violencia, intolerancia y destrucción, Mr. Murrow!
(Silencio y oscuridad. Comienza a oírse la música de la siguiente escena).


GALERÍA DE FOTOS

Fotos de la función en Pamplona


 Fotos: Mikel Goñi (Planetario de Pamplona). 
(Gracias, Mikel, por tus estupendas fotos).


 Fotos de los ensayos

(En construcción)



ENLACES

(En construcción)




CRÉDITOS


Producción
Organismo Autónomo de Museos y Centros del Cabildo de Tenerife
Museo de la Ciencia y el Cosmos

Presidente
Francisco García-Talavera Casañas

Guión y Dirección
Carmen del Puerto Varela

Ayudante de Dirección
Débora Ávila Escobar

Reparto
(por orden de aparición)

Natalia Ruiz Zelmanovitch
(Henrietta Swan Leavitt)
Javier Martos Martínez
(Edward Roscoe Murrow)
Débora Ávila Escobar
(Annie Jump Cannon)

Voces en off
(por orden de locución)

José Salvador López Rondón
Beatriz Pérez Arteaga
Antonio del Rosario Cedrés
Carmen del Puerto Varela
Ángel Luis Pérez Morillo
Montserrat Bethencourt Marrero
Alfred Rosenberg González
María José Alemán Bastarrica
Bruno Mesa
María Antonia Pineda González
Damián Rodríguez Rodríguez
Melanee Reyes Pérez

Asesoramiento literario
María José Alemán Bastarrica
Elena Ferrero de la Mano
Itziar Anguita Fontecha
Iván Jiménez Montalvo
Rubén Naveros Naveiras
Natalia Ruiz Zelmanovitch
Débora Ávila Escobar
Javier Martos Martínez

Asesoramiento científico
Antonia María Varela Pérez
Erik Stengler Larrea
 
Escenografía y Atrezzo
Diego Giuliano Loqui
Cipriano Carrillo González
Alexis Abreu Gómez

Diseño gráfico
Miriam Cruz Marrero

Vestuario y Atrezzo
Miriam Cruz Marrero
María José Alemán Bastarrica
Eva Untiedt Lomo

Arreglos musicales
Antonio del Rosario Cedrés

Luz y sonido
Pedro Bento Afonso
Antonio del Rosario Cedrés
Manuel Trujillo León

Producción audiovisual
Iván Jiménez Montalvo
Enrique Alemán Bastarrica
Christos Polychronopoulos

Ilustraciones
Gabriel Pérez Díaz
Oswaldo González Sánchez
Miguel Briganti Correa

Técnico audiovisual
Pedro Bento Afonso

Administración
Patricia García de la Rosa
Ángel Manuel María Fragoso

Difusión y Comunicación
Néstor Yanes Díaz
Carmen Nuria Prieto Arteaga
Irma Cervino Rodríguez

Colaboración
Planetario de Pamplona

Coordinación en Pamplona
Nieves Gordón Arce
Javier Armentia

Financiación
Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología
Ministerio de Ciencia e Innovación



Agradecimientos
Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC)
Biblioteca IAC
Alfred Rosenberg

Principales fuentes consultadas

Miss Leavitt's Stars:
The Untold Story of the Woman Who Discovered How to Measure the Universe,
de George Johnson

Measuring the Cosmos,
de David H. Clark y Matthew D.H. Clark

Big Bang,
de Simon Singh

Out of the Shadows,
de Nina Byers y Gary Williams

“The Harvard Computers”,
de Sue Nelson, en Nature

“Women´s work at the Harvard Observatory”,
de Helen Leak Reed, en New England Magazine

“Henrietta Swan Leavitt, tenaz medidora del Universo”,
de Sergio de Régules, en ¿Cómo ves?


Biografía en web de AAVSO:

Biografía en web de PBS Science Odyssey:

Biografía en web de Woman Astronomer:

Biografía en web de The Grassland Observatory:

El Survey del Harvard College Observatory en web de GEA

Créditos de imágenes
Archivos de la Universidad de Harvard
Harvard College Observatory
Astronomical Society of the Pacific
AAVSO
HST NASA/ESA STScI
ESO
Servicio Multimedia del IAC
Luis Chinarro y Fabiola Martín (OT/IAC)
Daniel López (OT/IAC)
Pablo Bonet (IAC),
Romano Corradi (IAC)
Laura Ventura
Silbia López de Lacalle
Shelios y starryearth.com

Pinturas
Van Gogh
Carl Holsoe
Jean-Léon Gérôme
Grant Wood

Música
Canciones cantadas por SHIRLEY BASSEY
(Disky Communications Europe B.V.):

“Diamonds are forever”
“Don´t rain on my Parade”
“Dommage, Dommage”
“Send in the Clowns”
“Light my fire”
“Feel like making love”
“Everything’s coming up roses”
“Just one of those things”
“I don’t know to love him”
“Tonight”
“The fool on the hill”
“Never, never, never”
“I who have nothing”
“No regrets”

“Sinfonía del Nuevo Mundo”, de ANTONIN DVORAK

“El Observatorio de los Delantales”, de ANTONIO DEL ROSARIO CEDRÉS,
interpretada por NATALIA RUIZ ZELMANOVITCH

© Organismo Autónomo de Museos y Centros




CONTINUARÁ...

2 comentarios:

  1. Estimada Carmen, soy un divulgador científico de Tenerife, y mientras investigaba sobre Henrietta Leavitt y su centenario artículo sobre las Cefeidas, he tenido la fortuna de descubrir tu página y de maravillarme con tu obra de teatro. Desde este momento, forma parte de mi archivo especial "science-in-fiction" junto a Oxygen y Copenhagen.
    Ya que no tuve la ocasión de asistir a su representación, ¿sabes si aún puede adquirirse en el Museo el libreto y el DVD?
    Mi enhorabuena por tan bella manera de divulgar la ciencia y el papel de la mujer en tal empresa. Espero que sigamos en contacto.

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  2. Gracias, José Antonio, por tu comentario.
    Me puedes contactar cuando quieras.

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